martes, 30 de agosto de 2016

ES NECESARIO COMPROBAR CUÁL ES LA BUENA VOLUNTAD DE DIOS, AGRADABLE Y PERFECTA

28 de Agosto de 2016
ES NECESARIO COMPROBAR CUÁL ES LA BUENA VOLUNTAD DE DIOS, AGRADABLE Y PERFECTA
(Romanos 12:2) “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Para poder entender la Voluntad de Jehová Dios, buena, agradable y perfecta, debemos tener una mente renovada y entender por medio de la ayuda del Espíritu Santo, no con razonamientos conforme a este mundo. Solo así podremos comprobar la verdadera voluntad de Jehová Dios.

Tenemos que entender siempre con la ayuda de la Sana Doctrina de Cristo que la palabra “bueno” viene de Jehová Dios directamente, porque ¡Ser bueno es una característica de Dios! (Marcos 10:18) “Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios”. Uno de los grandes engaños de satanás es hacerle creer a la gente que Dios no es bueno, sino injusto y otras cosas más.
Jehová Dios tiene un plan específico para tu vida y Su deseo más grande es que operes en este plan diariamente. Jehová Dios por medio del apóstol Pablo nos dice que hagamos lo siguiente: (Ef. 5:15-17) “15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. Esto es así para que disfrutemos las bendiciones de Dios y evitemos los peligros que vienen por la desobediencia.

Demasiados cristianos hoy presumen conocer la voluntad de Dios para sus vidas. (Salmo 143:10) “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen Espíritu me guíe a tierra de rectitud”. Tenemos que caminar con diligencia, o “con prudencia, con cuidado y precaución. En otras palabras, deberíamos ser precavidos de las cosas que hacemos y de las decisiones que tomamos. Ahora, comprender significa “entender, captar, que nos sea familiar”. Comprender la voluntad de Jehová Dios es poner todas las piezas unidas o encontrar el sentido de ella.  La única manera de hacer esto es desarrollando una relación íntima con el Padre. Nunca es demasiado tarde para cambiar. Si te arrepientes y te rindes a Jehová Dios, Él te perdonará y te guiará de vuelta a Su perfecta voluntad. Porque es la voluntad de Jehová Dios que todos sean salvos (1 Tim. 2:3,4) “3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, 4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la Verdad”. Jehová Dios no forzará a nadie a aceptar la salvación.

Antes de hacer algo, asegúrese de que su voluntad esté de acuerdo con la de Dios.  Pasen tiempo en Su presencia leyendo y meditando en Su Palabra. Dios puede también revelarles cosas a ustedes a través de su Espíritu. (Deut. 28:2) “Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios”. Él promete que, si ustedes lo oyen y obedecen Sus mandamientos, Sus bendiciones te alcanzarán. Esto puede ser cierto. Pero los beneficios de estar en Su perfecta voluntad van a exceder el peso de cualquier recompensa que usted alguna vez haya recibido por hacer las cosas a su manera.  No importa qué sucede, no se rinda.  Sólo permanezca enfocado.
Renovar su mente es también es muy importante. La mejor manera de hacer esto es pasar tiempo en las Sagradas Escrituras que es la Palabra de Dios Escrita.  (Romanos 12:2) dice: “Y no os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.  Cuanto más tiempo ustedes pasen en Su presencia, más Jehová Dios se revelará, y mejor reconocerás Su voz.
Recuerden usar las Sagradas Escrituras en sus oraciones (1Juan 5:14,15) “14 Y esta es la confianza que tenemos en Él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. 15 Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. Y espere que Jehová Dios responda.  La oración es tener una conversación con Jehová Dios. Jehová Dios habla y ustedes hablan. Pero es igualmente importante escuchar. Muy a menudo, Jehová Dios está listo para revelar respuestas a nosotros ahora mismo. Pero tan pronto como hemos terminado de hablar, nos apresuramos a llevar a cabo nuestros planes. Luego nos preguntamos: “¿Está Jehová Dios realmente escuchando?”  La mejor pregunta es: “¿Y ustedes?”.

Cuando Jehová Dios te revele Su plan escríbalo.  Escribir la visión te asegura que hay un plan para tu vida (Hab. 2:2) “Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella”.  Mantenerlo delante de tus ojos sirve como un constante recordatorio que deberías estar haciendo algo diariamente para lograr la tarea.  Pégalo en varios lugares, tu refrigerador, espejo, auto, puerta de entrada y computadora.
Si ustedes ya conocen la voluntad de Jehová Dios para sus vidas y están caminando en ella, ¡alaben a Dios!  Si conocen Su voluntad y no están activamente trabajando hacia el cumplimiento de tu llamado, te aliento a comenzar. (Juan 16:24) “Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”.

La voluntad de Dios no es primeramente para satisfacer mis necesidades particulares. (Stg. 4:3) “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. La finalidad de los planes divinos NO se dirige principalmente hacia mis intereses personales, profesionales, familiares e inclusive eclesiales. En lo que a propósito en la vida se refiere, los «ME» «MI» «YO» han de quedar desterrados. De no ser así, la entera sumisión del alma al Señor Jesucristo no representaría una actitud verdadera. El que siempre esté el YO, por delante: (1Timoteo 4:16) “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”. Luego, el YO-ÍSMO es enemigo de la voluntad de Dios. «Ya no vivo yo» (Gá. 2:20) “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Esto afirma la actitud de desprendimiento personal.

¿Para quién vivimos, y con qué propósito lo hacemos? El modelo es Jesucristo, y su ejemplo es para seguirlo: (Mt. 26:39) “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”. No fue fácil para Jesús beber la copa amarga del juicio de nuestros pecados, pero… era la voluntad de Jehová Dios. Aquí hemos de hacer un paréntesis y preguntarnos, ¿hacía donde se dirigen mis verdaderos objetivos en esta vida, hacia mí mismo o hacia Dios? Con toda sinceridad. La entrega del corazón a Dios ha de ser sincera. El requisito de las Sagradas Escrituras es: (Jer. 29:12-14) “12 Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; 13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. 14 Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar”. En cualquier caso, la doble intención no es válida para el OMNIPRESENTE. Este término teológico significa "SIEMPRE PRESENTE". Debido a que Dios es infinito, Su ser no conoce límites. (Gén 26:24) “Y se le apareció Jehová aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham mi siervo”. (Gén 28:15) “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho”. (Isaías 41:10) “No temas, porque Yo estoy contigo; no desmayes, porque Yo Soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. (Jer 15:20) “Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová.

Algunos pretenden vivir para Dios, pero en realidad lo hacen para ellos mismos, y así es como se auto engañan. Jehová Dios recriminó al pueblo antiguo por su hipocresía: (Is. 29:13) “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. De manera que lo que el cristiano exprese con los labios, ha de permanecer acorde con la intención de su corazón; y con mayor razón si se trata de nuestra relación con Jehová Dios.
Tenemos un ejemplo con el rey Saúl que cumplió en parte, pero también hiso lo que la gente quería y después quiso hacer sacrificio a Jehová Dios para contentarlo, pero pronto Jehová Dios envió al profeta Samuel y le dijo: (1 S. 15:22) “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”. Aunque, observemos también el sentido inverso, porque si la resolución de nuestro corazón se resiste a obedecer, entonces, ¿Para qué queremos conocer su voluntad? La recomendación de Cristo es notablemente práctica: (Juan 13:17) “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”.

Es cierto que la obediencia absoluta y perfecta no existe, dado que el creyente habita todavía en naturaleza carnal pecadora, y por consiguiente la perfección en esta tierra es inalcanzable. Pese a tal incapacidad, en todo ha de haber una verdadera disposición a obedecer la voz de Dios. (Sal. 119:10-14) “10 Con todo mi corazón te he buscado; No me dejes desviarme de tus mandamientos. 11 En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. 12 Bendito tú, oh Jehová; Enséñame tus estatutos. 13 Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca. 14 Me he gozado en el camino de tus testimonios más que de toda riqueza”, concluyó el salmista. Tal vez en la práctica vamos a fallar muchas veces, pero no obstante el corazón ha de estar claramente dispuesto a obedecer a Dios. (Salmo 108:1) “Mi corazón está dispuesto, oh Dios; Cantaré y entonaré salmos; esta es mi gloria”.

Aquí surge la pregunta: ¿Qué ocurre si pecamos una y otra vez…? La respuesta divina es clara: (Sal. 55:22) “Echa sobre Jehová tu carga, y Él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo”. Lo importante en este asunto es «NO PERMANECER CAÍDO». En la medida que el cristiano crece espiritualmente, también decrece su natural inclinación al mal. Para nuestra restauración espiritual, la fórmula está en las Sagradas Escrituras: (1 Juan 1:9) “Si confesamos nuestros pecados, ÉL es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Si le entregas tu alma a Jehová Dios por medio de Jesucristo, esto no te va hace impecable, pero si resulta imprescindible una disposición interior a creer y obedecer su Palabra Escrita. Si caemos, nos levantamos confesando todo pecado (Jehová Dios nos levanta por medio de Jesucristo) y, confiando plenamente en las Sagradas Escrituras, hemos de proseguir nuestro camino.
Visto el requisito de las Sagradas Escrituras, entonces resulta una presunción fuera de lugar pretender que Jehová Dios cumpla sus propósitos en nuestra vida, sin poseer primero una actitud de obediencia. ¡Que nadie viva tal contradicción! ¿Estamos abiertos a escuchar la voz de nuestro Padre celestial y en consecuencia a obedecerla? El pecado rompe la comunión del hombre con el Creador, e impide la buena relación con Él. Por ello, la actitud de obediencia se evidenciará en una vida apartada de aquello que no agrada a Jehová Dios. Tal disposición te llevará como cristiano de forma natural a rechazar el pecado, y de esta manera a poder crecer en santidad.

La condición de las Sagradas Escrituras para ser receptores de la voluntad de Dios, parece determinante. (Ro. 12:2) “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Si queremos comprobar –no solamente saber– la agradable y perfecta voluntad de Dios en nuestra vida personal, entonces haremos bien en no conformarnos (formarnos con) a los valores de esta sociedad, ciertamente corrompida por el pecado.

Los hijos de Dios no podemos vivir como la gente del mundo. (1 Jn. 2:15-17) “15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Entonces, no es compatible el tener un corazón entregado al Señor Jesucristo y al mismo tiempo una vida de libertinaje espiritual, adaptada a los valores de este mundo sin Dios. (Stg. 4:4,5) “4 ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. 5 ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que ÉL ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?”. Según la indicación de las Sagradas Escrituras, si algún cristiano desea apegarse a las cosas de este mundo, entonces a instante se estará constituyendo enemigo de Dios. Y de ser así, como es natural, no podemos pensar que Jehová Dios justo vaya a aplicar su voluntad especial en tal cristiano.

¿Cuál es la voluntad de Jehová Dios para nuestras vidas? (1 Ts. 4:2-6) “2 Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; 3 pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; 4 que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; 5 no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que NO conocen a Dios; 6 que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado”. La santificación es el crecimiento espiritual, desarrollo personal, madurez, superación, progreso, siguiendo las huellas de Jesucristo. Es solamente por la obra perfecta de Cristo en la Cruz, que a nuestro Hacedor le place santificarnos y capacitarnos para poder vivir bajo su buena voluntad. Somos y siempre seremos insuficientes para tan sublime tarea: (2 Co. 2:15,16) “15 Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; 16 a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?”. Nuestra imperfección es tan grande que; con sobrada razón para que nos mantengamos con una constante apertura de mente, como también de corazón. Así dice en las Sagradas Escrituras: (Is. 55:8) “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová”. Hemos de creer y confiar en que el Buen Pastor nos mostrará el camino. Pero, si bien el camino sea recto, hemos de saber que tal vez podemos estar equivocados en muchos de nuestros pensamientos. Hacemos bien, por lo tanto, en dejar la terquedad de pensamiento, los absolutos en cuestiones relativas, el dogmatismo de las formas doctrinales, los triunfalismos personales o eclesiales, y el complejo de sabelotodo. Reconocer nuestras limitaciones humanas es el primer paso que abre las puertas a la intervención del Cielo. (Sal. 138:6) “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos”. Siendo el creyente incapaz de realizar el proyecto de Jehová Dios por sí mismo, necesita incuestionablemente la luz, la guía, y el Poder del Espíritu Santo.

En Confianza. Una entrega a Dios hecha con toda confianza tenemos el ejemplo del apóstol Pedro que con su religiosidad no quería comer. (He. 11:6) “6Cuando fijé en él los ojos, consideré y vi cuadrúpedos terrestres, y fieras, y reptiles, y aves del cielo. 7Y oí una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come”. La fe es la medida de todas las cosas en la vida cristiana. Y la voluntad de Jehová Dios demanda que nuestra vida se rija únicamente por fe y no por vista, que tampoco por sentimientos: (Ro. 1:17) “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. Jehová Dios es fiel, y todas sus promesas se cumplen en Cristo. (2 Co. 1:18) “Mas, como Dios es fiel, nuestra palabra a vosotros no es Sí y No”. A saber, encontramos un sinfín de promesas en las Sagradas Escritura que forman parte de la Perfecta Voluntad de Jehová Dios para sus hijos; por esto hemos de conocerlas, recibirlas, y confiar en ellas: son los dichos del Todopoderoso.

Si hasta aquí concluimos que efectivamente nos hemos entregado a Dios, en decisión no egocéntrica, sincera, obediente, santa, humilde… habremos entonces de confiar en sus promesas establecidas. Tenemos a David como ejemplo, si algún creyente, con buena disposición, pregunta: «no sé qué camino escoger en esta situación que se me presenta. ¿Me enseñará Dios a tomar la decisión correcta?» No hay lugar para las dudas (Sal. 32:8,9) “8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. 9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti”. Aunque la Palabra de Dios se está dirigiendo a David, el Espíritu de la promesa es aplicable perfectamente para el cristiano. Con la misma determinación en el libro de Los Proverbios nos invita a confiar plenamente en Jehová Dios: (Pr. 3:5,6) “5 Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. 6 Reconócelo en todos tus caminos, y ÉL enderezará tus veredas”. Podríamos destacar aquí infinidad de promesas en las Sagradas Escrituras especialmente diseñadas por Jehová Dios para sus hijos queridos cómo su Sagrado Manual.
Por medio del Conocimiento de la Sana Doctrina de Cristo en las Sagrada Escritura nos permite descubrir los propósitos insondables de nuestro Creador; Éstos contienen además enseñanzas universales para la vida de todo creyente en Cristo, que habrá de conocer y también aplicar. Muchas de estas son de carácter práctico, y relativas a nuestra relación con Jehová Dios, con nuestra familia, con la sociedad, con la iglesia, con nosotros mismos, y demás pormenores de la vida cristiana. Para tal finalidad, existen multitud de normas, enseñanzas e instrucciones, registradas en las Sagradas Escrituras (el Manual Escrito de la Voluntad Divina) como testimonio de los deseos del Padre Celestial para todos sus hijos. Ella nos ofrece luz y guía para andar por camino recto: (Sal. 119:105) “Lámpara es a mis pies tu Palabra, y lumbrera a mi camino”.
Cabe señalar que las Santas Escrituras hablan de Jesucristo, es el tema central de todas sus páginas: (Jn. 5:39) “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”, afirmó nuestro Salvador. Distingamos con claridad, porque en la medida que nos disponemos a conocer la Palabra, y también a obedecerla, estaremos abriendo en nuestra vida una puerta grande a la aplicación especial de la providencia divina.

En muchos casos la enseñanza general de las Sagradas Escrituras es bastante precisa, y nos indica si debemos o no tomar la decisión que nos planteamos. Por ejemplo, ¿he de casarme con una persona no creyente? En este caso la Escritura es suficientemente clara: (2 Co. 6:14) «No os unáis en yugo desigual con los incrédulos…». Cabe añadir otro ejemplo: Son innumerables los creyentes que no asisten a una iglesia, a causa de diversos desengaños, arguyendo que Dios les comprende... ¿Cuál es la voluntad de Dios en estos casos? Una vez más la respuesta resulta concluyente: (He. 10:25) «No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre». Dicha luz será más clara y precisa en la medida que conozcamos más ampliamente la totalidad del contenido de las Sagradas Escrituras.
Junto con la lectura y la meditación en las Sagradas Escrituras, también se hace preciso conservar nuestra entrega a Dios por medio de la oración. La comunicación es elemento básico en las relaciones personales, por lo que, para mantener una buena relación con Jehová Dios, inevitablemente habremos de comunicarnos con Él. En la oración sometemos nuestra voluntad a la Voluntad del Padre; por ello no hemos de permanecer incomunicados con Aquel que por naturaleza es Omnipresente. (1 P. 3:12) “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal”. (Sal. 143:10) “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen Espíritu me guíe a tierra de rectitud”.

¿Puede un hijo de Dios tomar decisiones importantes sin consultarlas con su Padre? De ser así, no esperemos que Dios responda a las preguntas planteadas en principio. En las Sagradas Escrituras encontramos el siguiente caso: (2 Cr. 16:12) “En el año treinta y nueve de su reinado, Asa enfermó gravemente de los pies, y en su enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos”. Dos años después, el rey murió. De igual forma ocurrió con el rey Saúl: (1 Cr. 10:13,14) “13 Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la Palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina, 14 y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí”. Recibamos la esta Enseñanza, y no dejemos de consultar todas nuestras cosas, y buscar en ellas el beneplácito de Aquel que todo lo sabe y todo lo puede, máxime cuando el camino es confuso. De esta manera lograremos depender de Jehová Dios, así como un niño depende de su padre.

PREDICADOR DE LA SANA DOCTRINA DE CRISTO: Pastor Víctor Ramón Preciado Balderrama; Mi interés es que me des la oportunidad de servirles pues me queda muy claro que mi llamado no es de ser titular sino el de servir y que la Sana Doctrina de Cristo corra como un río poderoso arroyando toda basura de ignorancia. Por favor si les interesan estos materiales escríbanme pidiéndomelos a cualquiera de los siguientes correos, y con mucho gusto y en el amor a Cristo se los enviaré inmediatamente sin cuestionar nada y que el Espíritu Santo los dirija y los lleve por buen camino, solo les pido en este mismo amor NO LO VENDAN: lo recibes de gracia dalo de gracia. 52 (722) 336-1411
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