sábado, 19 de mayo de 2018

LA FE SÓLO ES FE EN EL ACTO DE LA OBEDIENCIA

20 de Mayo de 2018
LA FE SÓLO ES FE EN EL ACTO DE LA OBEDIENCIA
Necesariamente la obediencia y la fe han de mantenerse unidas, pues la una depende de la otra: (Santiago 2:17) “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”. La fe sólo se da en la obediencia, nunca sin ella, y en que la fe sólo es fe en el acto de la obediencia. Teniendo presente ésta firme enseñanza, y después de lo hasta aquí expuesto, alguno se preguntará si: ¿A pesar de mi falta de compromiso con el Padre y obediencia a la Palabra, me hallo todavía en la Voluntad de Dios? Para resolver esta duda, vamos a aclarar algunos conceptos básicos en esta predicación. Por favor acompáñenme a ver la respuesta y la Verdad en Palabra de Jehová Dios: (Mateo 6:33) “Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su Justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Es cierto que podemos buscar el Reino de Dios, o no buscarlo. Sin embargo, en caso de tomar la decisión correcta, también hemos de tener en cuenta el grado de entrega y compromiso con Jehová Dios y su obra por medio de Jesucristo y el Espíritu Santo. En cierta manera, la intensidad con la que experimentamos la Voluntad de Dios puede ser mayor o menor; Nuestro andar cristiano puede que marchemos con superior o inferior altura de consagración.
Es cierto, podemos vivir la Voluntad de Dios con un nivel de compromiso pobre, o bien, en el lado contrario, mostrarse muy generoso. Nuestra vida espiritual puede permanecer fuerte, o en cambio revelarse muy débil. Cada cual elige seguir a Jesucristo con mayor o menor grado de renuncia: (Mateo 10:39) “El que halla su vida, la perderá; Y el que pierde su vida por causa de Mí, la hallará”. ¿Con qué medida de egoísmo estoy viviendo? Cuanto más viva para mí, mayor es la pérdida de la vida de Jesucristo. Y así seguimos valorando los niveles de nuestro ofrecimiento a nuestro Padre Celestial y Dios. La advertencia de nuestro Señor Jesucristo de ninguna manera podemos esquivar: (Mateo 7:16) “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?”. Cómo cristianos podemos caminar, en mayor o menor medida, conforme la Voluntad de Jehová Dios. Pero, ¿Qué tipo de fruto estás llevando? ¿Es un fruto pequeño y de pésima calidad, o por el contrario abundante y de buena calidad? En todo caso el fruto tendrá mayor o menor utilidad, dependiendo del árbol que lo produzca. Un árbol saludable y robusto producirá buen fruto: (Salmo 1:3) “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará”. En cambio, creyentes cuyo desarrollo espiritual es mínimo, el fruto también se expresará mínimamente. Sea mayor o menor el fruto que logremos dar, por el Poder de Jesucristo, éste será proporcional al grado de compromiso con Jehová Dios y su Palabra. En este punto, no son pocas las advertencias por medio del apóstol Pablo: (Gálatas 6:7) “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: Pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Ésta, y no otra, es la Voluntad de Dios.
El creyente que siembra muy poco para su vida espiritual, también segará muy poco. Aquel que siembra mala calidad de grano, segará mala calidad de cosecha: (2 Corintios 9:6) “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; Y el que siembra generosamente, generosamente también segará”. Luego, un compromiso débil con Dios y su Palabra, producirá como consecuencia una vida cristiana débil, carente de la necesaria fortaleza espiritual. De la misma manera la pobre disposición de amor a Dios resultará en una pobre efectividad ministerial. El consejo de las Sagradas Escrituras, es el que contiene la causa y el efecto, que parece sencilla: (Santiago 4:8) “Acercaos a Dios, y ÉL se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; Y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”. El Gran Maestro nos enseñó: (Mateo 6:5,15) “5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; Porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; De cierto os digo que ya tienen su recompensa. 15 más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. Observamos aquí que la medida de favor Divino hacia los creyentes, es correspondiente a la medida de nuestro favor hacia los demás. A saber, si con nuestra actitud de indiferencia logramos ignorar a nuestros hermanos, o bien no obramos con espíritu de perdón ante alguna ofensa, no pretendamos entonces recibir las mejores atenciones de nuestro Padre Celestial. Según esta afirmación de las Sagradas Escrituras, dependiendo de nuestra fe, que por otra parte recibimos de Dios, así será la medida de Gracia Divina que recibiremos. (Mateo 9:29) “Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho”. En otras palabras, Dios aplicará su Voluntad especial en nuestra vida en función del grado de confianza en Él y su Palabra. (Santiago 1:6) “Pero pida con fe, no dudando nada; Porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”. (Santiago 1:7,17) “7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. 17 Toda Buena Dádiva y todo Don Perfecto desciende de lo Alto, del Padre de las Luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. Vemos aquí la Voluntad de Jehová Dios es condicional. Hemos de preguntarnos, ¿Cómo se muestra la fe que Dios nos ha otorgado? débil o fuerte, pequeña o abundante… Sepamos que la buena intervención del Espíritu Santo en nuestra vida, será proporcional al grado de nuestra fe; Y al tiempo, ésta resultará proporcional al grado de nuestro amor y entrega a su Palabra. Sin duda, para fortalecer nuestra fe, hemos de estar abiertos a oír la voz de Dios. (Romanos 10:17) “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios”. ¿Notamos la relación que existe entre las diversas condiciones divinas?
Consideremos también cuál sea nuestra medida de amor práctico hacia el prójimo. La condición en las Sagradas Escrituras, es la siguiente: (1 Juan 4:12) “Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros”. Podemos derivar del texto que, si no amamos al prójimo de verdad, tampoco el Amor Divino permanecerá en nosotros. Una muestra de amor escasa, por lo consiguiente, resultará de una escasa relación con Dios y su Palabra. En cambio, el Amor Divino se perfeccionará en nosotros en la medida que decidimos ponerlo en práctica. La condición en las Sagradas Escrituras, es de carácter vital: (1 Juan 4:16) “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es Amor; Y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él”. Así que, somos permanentes receptores del Amor de Dios, cuando nos disponemos a amarle a Él; Amor que naturalmente deberá reflejarse en el prójimo. Una vez más la consecuencia en las Sagradas Escrituras, se repite: (Mateo 7:2) “Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido”.
Comprendamos bien lo que hasta aquí se ha expuesto, porque podemos vivir dentro de la Voluntad de Jehová Dios, y sin embargo hacerlo con un mínimo grado de compromiso. Por medio del apóstol Pablo, Jehová Dios nuestro Padre Celestial, nos invita que cómo creyentes, a no vivir conforme a la carne: (Romanos 8:12) “Así que, hermanos, deudores somos, NO a la carne, para que vivamos conforme a la carne”. Aquí, parece oportuno revisar nuestra vida de entrega hacia nuestro Padre Celestial y Dios, como hacia los demás, realizando al tiempo un sincero análisis de conciencia. Nos preguntamos, cada uno, en reflexión personal, por el nivel de compromiso, en relación a nuestra comunión con Dios y su Palabra, con la evangelización, con la iglesia, con la familia, con la sociedad, con nuestros bienes terrenales, etc. ¿En qué grado te encuentras? Si, en un grado espiritual, dilo con humildad, si en grado carnal, con pesar en el corazón. Aunque el desarrollo espiritual en el creyente puede ser con mayor o menor grado de rapidez, siempre la Voluntad de Dios conlleva crecimiento; Si no hay crecimiento, entonces, hay disminución. Vamos hacia arriba o hacia abajo, avanzamos o retrocedemos, subimos o bajamos de grado: (Mateo 12:30) “El que no es conmigo, contra mí es; Y el que conmigo no recoge, desparrama”. Vivir con una medida mínima de entrega, conlleva experimentar la Voluntad Especial de Jehová Dios también con una medida mínima. En el sentido inverso, vivir la Voluntad de Jehová Dios en grado supremo, conlleva recibir sus Bendiciones también en grado supremo. (Romanos 8:13) “Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; Más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. Según éstas Palabras por medio del apóstol Pablo, dirigidas a nosotros como creyentes, perfectamente aplicables para hoy, nos enseña que el modo de vivir la vida cristiana conlleva, en sí mismo, un estado espiritual de acercamiento a Dios (vida), o de alejamiento de Dios (muerte).
Podemos aceptar que Jehová Dios nos dirija y actúe con cada uno en particular, dependiendo del grado de comunión con Él y de consagración. Y así serán las bendiciones espirituales recibidas: Muy escasas, si nuestro compromiso es escaso, pero vida abundante, si nuestra entrega también lo es: (2 Corintios 9:6) “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; Y el que siembra generosamente, generosamente también segará”. Es muy frecuente y común, la excusa de que todos pecamos y fallamos, así que nuestro Padre Celestial, entiende nuestras debilidades. Es verdad, que nuestro Padre Celestial, nos comprende más que nadie. Pero, ENTONCES; ¿Para qué sirven sus recomendaciones en las Sagradas Escrituras, o qué sentido tiene el llamamiento a la santidad? La Sabiduría es de Jehová Dios, y Él nos da sus mandamientos, pero también la inteligencia para poder cumplirlos. Recordemos que David pecó gravemente, y aunque siguió dentro de la Voluntad de Dios, tuvo que sufrir las propias consecuencias de su pecado; Consecuencias previstas por Dios. Mucha tristeza le causó la rebelión de su propio hijo Absalón. La amonestación es de parte del Dios Justo: (Jeremías 17:10) “Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras”. Tú cómo cristiano verdadero, puedes vivir por un tiempo en grado de obediencia, y todavía hallarte dentro de la Voluntad de Dios; Hasta que, de repente empieza el declive espiritual, irremediablemente llegarás a perder la especial Gracia de Jehová Dios. Bien pudiste, en un tiempo haber tomado la decisión de vivir con espíritu de entrega y abnegación a la Palabra Escrita. Sin embargo, con el transcurrir de los años te dejaste llevar por tus deseos corruptos del viejo hombre y, arrastrado por el pecado, te fuiste apagando espiritualmente. Esto generó un lamentable retroceso en tu vida cristiana; No hiciste caso de la recomendación de las Sagradas Escrituras: (1 Pedro 4:2) “Para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la Voluntad de Dios”. Desde luego que no dejas de realizar actividades en la iglesia, pero remplazas la Gracia Divina por creerte autosuficiente, y por lo tanto tu relación con Jehová Dios será prácticamente nula.
A veces ocurre que el cristiano permanece estancado por un largo tiempo, en un grado mínimo de compromiso con Dios; Hasta que llega un momento en que Jehová Dios, realiza una llamada de atención. La advertencia fue para ayer como para hoy. (Hebreos 2:3) “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una Salvación tan Grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”. La enseñanza, aquí que todo llamado creyente, que vive en la carne, sea un cristiano nacido de nuevo. Aquel que se aparta de Jehová Dios, habiendo apostatado de la Sana Doctrina de Cristo, sin discernimiento de su vida pecaminosa, o carente de amor a Dios y a los demás, es probable que nunca haya conocido a Dios, es decir, no sea realmente cristiano, (1 Juan 4:8) “El que no ama, no ha conocido a Dios; Porque Dios es amor”. En verdad todo creyente dará cuenta de lo bueno que haya hecho en esta vida (viviendo conforme al Espíritu), o bien de todo lo que haya hecho de malo (viviendo conforme a la carne): (2 Corintios 5:10) “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”.
Una vez que empieza el proceso de frialdad espiritual, con el tiempo el creyente puede llegar al extremo de encontrase fuera de la Voluntad Divina, en el sentido general, no en el sentido permisivo. Fue el mismo apóstol Pablo el que, con temor y temblor, se puso como ejemplo de debilidad: (1 Corintios 9:27) “Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. Puedes hablar de la Palabra de Dios, pero cuando tú no la vives vas a ser eliminado. (Hebreos 10:38) “Mas el justo vivirá por fe. Y si retrocediere, NO agradará a mi alma”. O seguimos confiando en Dios y creciendo en grado de comunión con Él, o aun habiendo comenzado el camino, bien podemos retroceder.
Las consecuencias de vivir bajo el desagrado de Dios, se revelan negativamente. Una de ellas es que la gracia especial deja de amparar al creyente, y en buena medida ya no es receptor de la ayuda Divina, en el sentido mencionado. En esto la Escritura no advierte en vano: (Hebreos 12:15) “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la Gracia de Dios; Que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”. Éste es motivo por el cual toda rutina se apropia del creyente apartado de Dios, y las cosas de Jehová Dios son una verdadera carga. El Espíritu Santo se contrista, y por esta razón no hay señales evidentes de fruto espiritual: (Efesios 4:30) “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”. Así es como el gozo se apaga y llega a convertirse en permanente descontento, o lo que es peor, en amargura. A la vez, Jesucristo priva de luz espiritual a aquel que rechaza su oferta de Gracia: (Apocalipsis 2:5) “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; Pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”. Jehová Dios es luz, y el cristiano que no mantiene comunión con Él, por consiguiente, no recibe su luz, ni para entender la Palabra, ni para iluminar a los demás; no es sorprendente que pierda toda visión espiritual, al igual que una vela cuya llama se desvanece. De esta forma también su ministerio resultará del todo ineficaz: (1 Corintios 3:17) “Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; Porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, Santo es”. Tal cristiano ha roto la comunión con su Salvador y por consiguiente se hace inútil para la obra; por esta razón no logra disfrutar de la vida espiritual con genuina satisfacción. Y, sin apenas distinguir, el Poder de Dios se retira del escenario ministerial (muchas predicaciones carecen del poder de Dios); porque, (1 Pedro 4:11) “Si alguno habla, hable conforme a las Palabras de Dios; Si alguno ministra, ministre conforme al Poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la Gloria y el Imperio por los siglos de los siglos. Amén”.
Las consecuencias por encontrarte fuera de los Propósitos Divinos son verdaderamente tristes. Es verdad que tales cristianos pueden seguir leyendo las Sagradas Escrituras, orando, cantando y decir: ¡Padre Santo te amo!… Pero, la realidad de tu corazón es otra distinta, (Isaías 29:13) “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a Mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de Mí, y su temor de Mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. Es la llamada contradicción farisaica con la que Jesús tuvo que enfrentar: (Lucas 11:39) “Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad”. De la siguiente forma el Señor Jesucristo expresó esto: (Apocalipsis 3:16) “Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Hoy también algunos creyentes serán vomitados de su Boca. Pensemos en esto, pues no son tiempos mejores los presentes, los cuales caminan sin retorno hacia la Apostasía. (Hebreos 2:1) “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”. Visto lo que hemos visto, puedo concluir, sin temor a equivocarme, que muchos hermanos que se apartan de la Voluntad de Jehová Dios buscan su muerte. (Lucas 12:47) “Aquel siervo que, conociendo la Voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su Voluntad, recibirá muchos azotes”. Ahora bien, cabe la aplicación del presente texto, porque si no aplicamos compromiso en nuestra vida cristiana, las Bendiciones que perderemos serán de carácter perdurable. Por esta razón debes de preguntarte, dónde estas edificando, en madera, hojarasca (cosas que el fuego no resistirá), o bien en oro y piedras preciosas, según consta en: (1 Corintios 3:11 al 15) “11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 13 la obra de cada uno se hará manifiesta; Porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; Y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque, así como por fuego”. Aunque no en el mismo sentido que el incrédulo, el cristiano pasará por el juicio de Dios (Tribunal de Cristo), para como creyente dar cuenta de todas sus obras. A este respecto las Sagradas Escrituras exponen: (Mateo 12:36) “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio”, y por “toda cosa secreta”, (Romanos 2:16) “En el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi Evangelio”; (1 Corintios 4:5) “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; Y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios”. Ciertamente todo el fruto de nuestro trabajo, hecho fuera de la Voluntad de Dios, no será productivo en la eternidad: (2 Juan 1:8) “Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo”. ¿De qué depende? Claro está, de nuestro margen de obediencia a la Voluntad Divina. A servicio pobre, recompensa pobre. Sin duda, la obediencia a Dios con medida pequeña, equivale en la eternidad a galardones también otorgados con medida pequeña.
Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor. Si usted no tiene la intención de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de entregarla a otra persona interesada. Para la difusión gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar esta hoja (por favor no cambiar el texto).

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